¿Sabes gestionar tus emociones?

Para conseguir una Salud completa, necesitamos tener buena salud física, buena salud mental y también emocional. Además, hay que tener en cuenta la salud social. Últimamente, este tipo de salud ha sido algo de lo que se nos ha privado y por lo tanto, ha influido en nuestra salud mental, emocional, física y total.

Todos conocemos algunas de las emociones básicas: alegría, tristeza, miedo-ansiedad, rabia-ira, asco, sorpresa… Estas emociones no hay que clasificarlas como buenas o malas, positivas o negativas. Todas y cada una de ellas son necesarias. Por ejemplo, la tristeza es necesaria para superar las pérdidas. La ansiedad es buena para ponernos en acción. Y el miedo nos hace ser precavidos. Si no existiera el miedo, entonces haríamos cosas, que pondrían en peligro nuestra vida constantemente. Estas emociones son aliadas en su justa medida, sin embargo, cuando son excesivas, nos hacen daño y juegan en nuestra contra.

De ahí la importancia de saber gestionar las emociones para que nos ayuden en nuestro día a día.

Si estamos pasando por una época feliz, nuestras emociones son más estables. Sin embargo, en momentos de cambio, aparecen más emociones de todo tipo. Y cuando el estrés se apodera de nosotros, se da un desequilibrio, que nos hace perder el control y deteriora nuestra salud.

Necesitamos autocontrol. No se trata de controlar las situaciones y que todo esté bien para yo estar bien. Ese control es falso y nos lleva a tener más ansiedad. Se trata de aprender técnicas para controlarnos nosotros mismos cuando surgen situaciones que nos generan emociones fuertes.

Ya lo dijo Aristóteles: «Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo».

El autocontrol por lo tanto, es la capacidad para concederse a uno mismo el TIEMPO y la SERENIDAD suficientes para poder reflexionar sobre una situación y extraer los recursos personales más adecuados en el momento presente.

Normalmente, lo que solemos hacer es callarnos muchas cosas que nos molestan y aguantar situaciones sin decir nada. Entonces nos vamos cargando de emociones que nos generan malestar. Y entonces un día, q no es tan diferente de otros, saltamos y ocurre lo de «la gota que colma el vaso». Y de este modo, respondemos de manera desproporcionada a una situación más como las anteriores en las que ni nos habíamos inmutado. Por eso, es importante decir lo que nos molesta desde el primer día, para que no vaya a más, porque entonces lo diremos en el tono adecuado y conseguiremos un cambio en la otra persona.

Conocernos bien y practicar diariamente técnicas de relajación para estar a niveles adecuados de ansiedad y ánimo. Además, realizar nuestros quehaceres diarios con calma y disfrutar de nuestro tiempo de ocio es lo ideal. Pero como no siempre todo sale como esperamos, debemos estar alerta para que la emoción que surja no nos domine, sino reconocerla, aceptarla y así manejarla en su justa medida. Expresar esas emociones que sentimos sirve de mucho, de ahí que necesitemos a los demás para que nos escuchen y comprendan. Y después, siempre hacer algo, porque la emoción indica movimiento, esta palabra deriva del latín «emotio» (mover, mudarse…). En cada caso será diferente, se trata de tomar decisiones, hablar o decirle algo a alguien, etc. Estamos acostumbrados a esperar a que las cosas nos superen y no hacemos nada cuando estamos a tiempo de hacerlo bien. Y eso que lo vemos venir, pero creemos que si lo dejamos pasar, desaparece.

Cuando en realidad, ocurre justo lo contrario, que cada vez se hace una bola más grande, y es entonces cuando las emociones surgen de una manera ya descontrolada.

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